Quienes arguyen que el pecado de Sodoma fue uno de hospitalidad o de pedofilia, usan mucho de su imaginación para establecer tales hechos. El problema de los hombres de Sodoma, es que quisieron cometer un acto de violación en contra de lo que ellos consideraban “varones”. Ellos pretendían mantener relaciones sexuales a la fuerza con los “varones” que habían entrado a la casa de Lot. Lo cual indica que, estos hombres, estaban habituados a las prácticas homosexuales.
En el texto bíblico dice, “Y llamaron a Lot, y le dijeron: ¿Dónde están los varones que vinieron a ti esta noche? Sácalos, para que los conozcamos” (Génesis 19:5). Los promotores del movimiento homosexual arguyen que la palabra “conozcamos” no tiene nada que ver con sostener relaciones sexuales. Ahora, es verdad que la palabra hebrea aquí usada, “yadá”, tiene diversos usos en el Antiguo Testamento:
· Saber (Génesis 15:8; 2 Samuel 24:2; Éxodo 6:7).
· Darse cuenta (Génesis 3:9).
· Reconocer (Génesis 12:11).
· Entender algo (1 Samuel 20:39).
· Conocer personas (Génesis 29:5).
· Experimentar, conocer (Isaías 47:8).
· Escoger, considerar de manera especial (Génesis 18:19).
· Informarse (Ester 2:11).
· Observar, ver (Éxodo 2:4).
· Tener experiencia, ser experimentado (Isaías 53:3).
· Ser experto en algo (Génesis 25:27; 1 Reyes 9:27; 1 Samuel 16:18).
· Preocuparse, entenderse (Génesis 39:6).
· Tener relaciones sexuales (Génesis 4:1).
Entonces, ¿qué uso tiene en Génesis 19:5? Como siempre, el contexto inmediato nos aclara el uso del término usado en esta historia. Nótese el verso 8, “He aquí ahora yo tengo dos hijas que no han conocido (yadá) varón; os las sacaré fuera, y haced de ellas como bien os pareciere; solamente que a estos varones no hagáis nada, pues que vinieron a la sombra de mi tejado”. ¿Quién creerá que la palabra “conocer” no significa tener relaciones sexuales? Es absurdo decir que las hijas de Lot no eran, ordinariamente hablando, conocidas en dicha ciudad, dado que tenían viviendo allí desde su nacimiento. Por tanto, es un absoluto absurdo que dicha expresión no haga referencia a sostener relaciones sexuales. La ciudad no fue destruida por un problema de hospitalidad, sino por haber “fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza” (Judas 7)
En cuanto a la “pedofilia”, es verdad que en el verso 4 leemos la palabra “joven”, del hebreo “náar”, ¡Pero no “niños”! De hecho, el vocablo es precedido por la frase, “los hombres de la ciudad”, lo cual hace imposible suponer que en dicho evento perverso estaban involucrados “niños”.
La psicología que muestran estas personas, “desde el más joven hasta el más viejo”, no es la de “niños”, sino de individuos que comprenden lo que es bueno y lo que es malo, pues trataban de llevar a cabo un acto de “maldad” (v. 7). Además, cabe señalar que este acto de maldad, fueron llevados a cabo por estos “hombres” en contra de otros, y no de “hombres” en contra de “niños”. Los actos homosexuales entre varones son evidentes, dado que estos no quisieron hacer nada con las hijas de Lot, las cuales eran “vírgenes”, dado que no habían conocido varón (cfr. Lucas 1:31, 34).
Por tanto, el texto no habla de actos de “pedofilia”, ni tampoco trata con un problema de hospitalidad, sino de la pretensión de tener relaciones sexuales varones con varones.[1]
Ahora, en el texto paralelo, 2 Pedro 2:6-8, se confirma que Sodoma fue totalmente destruida porque era una ciudad llena de homosexuales que practicaban su libertinaje sensual e impío día tras día. La palabra de Dios es su mejor intérprete. No solamente 2 Pedro 2:6-8 aclara como debiésemos entender el pecado de los Sodomitas en Génesis 19, lo mismo hace la referencia a Sodoma en Judas verso 7. Los Sodomitas fueron condenados, enseña Judas, por violar el orden de la creación de Dios con respecto a la sexualidad (cf. “contra naturaleza” en Romanos 1:26). Es precisamente la anti naturalidad del vicio practicado por los Sodomitas que Judas enfatiza como la razón para la manifestación extrema de la ira divina. Los Sodomitas son descritos como “cometiendo fornicación y yendo tras carne extraña [diferente].” El verbo Griego “ekporneuein” es intensivo, denotando una forma de inmoralidad sexual extravagante. El participio “apelthousai” añade una intensificación adicional y conlleva el sentido de un abandono total a la impureza. Se dice que el objeto de esta forma extrema de fornicación es la “carne diferente” (sarkos heteras) – diferente de la norma establecida por Dios en la creación, siendo del mismo género en lugar del género opuesto. Fue por este tipo “diferente” de relaciones sexuales que Sodoma fue colocada bajo la terrible venganza de Dios.[2]
Los hombres pueden hacer toda clase de esfuerzos para justificar su pecado, pero la Palabra de Dios no puede ser cambiada sin incurrir en el error en el proceso. Hemos considerado dichos errores, y los hemos expuesto a la luz de la Escritura misma. El pecado de Sodoma y Gomorra no fue la falta de hospitalidad, ni tampoco un problema de pedofilia. El pecado de la homosexualidad fue la causa por la cual esta ciudad se había corrompido en gran manera. Pueden los hombres creer o no, aceptar o no la verdad, pero la Palabra de Dios no puede ser cambiada, “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12).
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[1] En la historia similar de Jueces 19:16ss., los pobladores Gabaa rodearon la casa de un huésped y exigieron “conocer” al huésped varón que se hallaba dentro. Esto fue considerado una petición malvada, y se hizo la contrapropuesta de sacar en su lugar a la concubina del huésped, quien fue luego violada hasta la mañana y dejada muerta. Es claro aquí que los pobladores estaban interesados en las relaciones sexuales (“conocer” en ese sentido), originalmente con el huésped varón. Al igual que los Sodomitas eran homosexuales en orientación.
[2] Algunos apelan a Judas 7, admitiendo la referencia allí a relaciones sexuales anti naturales, pero tomando la “carne diferente” que fue el objeto del deseo para referirse a relaciones sexuales con ángeles. El problema lingüístico y teológico es que la “carne” no le es atribuida a los ángeles en la Escritura (cf. 1 Corintios 15:39).